DESPEDIDA (AU REVOIR)

Ahora sólo te veo leer novelas en francés. No entiendo si las entiendes, sólo sé que tus ojos las devoran y que, hasta ahora, llevas diez.

Estás pensando en el viaje a Francia que harás el próximo mes. No sé si leer a Celine, Proust y Houellebecq cambien ese estado de presión y excitación que veo crecer en ti día con día. En mi mente ya te vi hacer las maletas, decirme que se te hace tarde y ver cómo corres al coche para que te lleve al aeropuerto; también he visto cómo me abrazas en la sala de espera y me dices que me vas a extrañar mucho, aunque ya estando allá rara vez te acuerdes de mí. Incluso he llegado a imaginar las fotografías que subes donde apareces con un chico apuesto —probablemente francés, tal vez argelino— y que definitivamente no soy yo.

Este día será nuestro último viaje al fin de la noche juntos; me sentiré extranjero en la oscuridad, repasando tu piel y besando tus labios presa de la náusea de saberte lejos ya, aunque estés tan cerca. Intentaré encontrar el tiempo perdido en la vida que me quede después de ti. Al final no somos otra cosa que animales adictos a la serotonina en la eterna búsqueda de felicidad.