Cuando vives con alguien muchos años y luego te separas, es como ver a Moisés dividiendo el mar.
Un bastón grande y más fuerte que ustedes parte en dos, algo que era uno.
Y se hace un hueco.
El hueco se vuelve el camino para atravesar a otro lado y quien lo atraviesa no eres tú y no es él, no son personas, es eso invisible que se sintió la primera vez que se vieron y la historia conjunta que le siguió a ese instante.
Las paredes de agua son sus ojos.
Los ojos que miran su adiós como quien mira un desfile.
Y entonces ese ente que es el adiós, cargado de ustedes ((((((de nosotros)))))), llega al lugar al que tenía que llegar para deshacerse, evaporarse, desvanecerse, y ¡pum!, el mar vuelve a unirse.
Esa historia quedó atrás.
En el camino se repartieron cosas: objetos, cartas, electrodomésticos, mascotas, canciones, poemas, whatsapps, heridas y gracias.
Ahora solo quedan sus cuatro ojos esparcidos en el mar como restos de un naufragio.
Dos ojos que ya no van a mirar de frente a los otros.
Escribo. Tengo un centro cultural @heladooculto.
Tour / Personal manager.
CM. Imagen Pública.