Cómo no extrañarte después de tanto idealizar tu existencia.
Después de descubrir tus ojos que miran directo a la sustancia y tu sonrisa de media luna que me encanta. De tu rostro inexpresivo cuando la mente trabaja. La frialdad que denota tu pensamiento, y me permite contemplar la perfección de la creación.
A tu merced, y tú con el meneo de caderas a la voz de Benito, con el Morgan en la izquierda y un Montana a la derecha. O tus saltos y desafano cuando sonaban los sintetizadores de Sembello; mantén las manos quietas si volvemos a cantar la calle de las sirenas.
Se veía bien mi daddy-hat en tu melena rosa, con la bandera norteamericana de cabeza y las pestañas raras de blusa. El confinamiento me trajo a Stirner y Nietzsche, y escuchando Plastinki anhelé tu presencia en mi cama, que tus abrazos llenaran de nuevo mi alma.
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Y a pesar de todo, sólo espero que esto que siento no sea delirio de la cuarentena.
Fotografía por asketoner