Decir adiós, aunque el adiós no sea único ni definitivo.

Una sensación extraña recorre mi cuerpo. No es la primera vez que te vas sin decirme adiós. No será la ultima tampoco, pues algo en mi, pide buscarte.

Ahora me parece un poco mas peligroso hacerlo, ya que estoy con otra persona y por alguna razón pienso que eso te puede servir de ventaja. Pienso que puedes herirme como yo te herí.

Porque, hasta ahora y desde que te fuiste, no dejé de pensarte, mucho menos dejé de sentir tu amor.

He querido contarte como me va en el trabajo. He leído las cartas que te escribí. He querido refugiarme en tus brazos y no salir de ahí.

Recuerdo cuando te dije que siempre esperé la ultima llamada, escuchar de nuevo tu voz, verte la cara, reír juntos.

Quería contarte también que soñé contigo. Soñé con tu llegada y con tu piel delgada. Te decía cuanto te amaba, quedábamos abrazados, mejilla contra mejilla, sexo sobre sexo. Fue muy doloroso despertar dos veces sin ti. Sigue siendo doloroso ese hueco extraño que dejaste

No te olvido, no quiero hacerlo. Pero ahora estoy con alguien y eso te hirió. Y lo siento mucho. Tú y yo sabíamos que de una u otra forma, no iba a funcionar. Por ambos, no solo por ti o por mí.

Pero como al principio y de todo aquello que te reías: amar en silencio también es una forma de amor. Y yo espero volver a saber de ti pronto. Espero volver a estar contigo, de alguna manera. Es lo único que puedo hacer.