De un día para otro

De un día para otro tuve que aprender a quererte sin que estuvieras aquí. Noche tras noche, canción tras canción.

De un día para otro he aprendido las lecciones más grandes de mi vida. Entendí que la manera (o una de las maneras) de amor más grande es a la distancia, en la ausencia. He sido capaz de quererte todo el tiempo, sin volverme loco por verte o por desear tenerte sólo para mí.

Desearte las mejores de las suertes en cada amanecer se ha vuelto uno de mis hábitos, como quien sale a correr al alba, o quien toma café como un rito.

De un día para otro me inundo de amor al recordar todo lo que te quise y me quisiste, y que lo seguiremos haciendo más allá de los límites de la vida. Apareces en cada descubrimiento, en los errores y tropiezos, en los logros y las más grandes alegrías y yo siento que me tomas la mano y me aprietas fuerte para que no me asuste.

De un día para otro me he quedado con tu esencia como un líquido  vital para seguir aquí, un día tras otro, tal vez para encontrarnos y nunca más soltarnos.

De un día para otro supe que nunca estaré solo, ni en la noche más triste, ni en la tormenta más cruel.