De mí para mí.

Esta mañana se despertó tarde otra vez, pude sentir inevitablemente el estrés de las prisas que la acompañan todas las mañanas.

Sentí que se levantó muy rápido y asustada, como si fuera un francotirador en su deber descubierto por la espalada por su enemigo, sólo corrió al baño mientras oí que decía –Mierda otra vez tarde!.
La vi frente al espejo preocupada por tantas cosas, su ropa del día, su maquillaje y tratando de ordenar su cabello, para ella estar con un peinado estable le era casi tan difícil como el levantarse con tiempo para preparar café.
Siempre tarde llena de prisas.
Me doy cuenta que ya de camino al trabajo llega la paz y todo su interés por arreglarse el cabello se pierde con la entrada del viento, ya que para ella la ventana cerrada en el coche no es opción, a menos que la lluvia sea tan fuerte que la obligue a hacerlo.

Mientras vamos la veo admirando tantas cosas de afuera, el tráfico nos hace ir muy lento, y entonces apareció un paisaje que parecía sacado de una exposición de Bernardita Morello, para ella los árboles siempre han sido su cosa favorita en el mundo, su edén.

El paisaje, una canción alegre y el olor de ese cigarro me hacen sentir tan bien. Todo se vuelve paz.