Se acaba el día en una ciudad que, aunque no lo era, decidí llamar mía, y va tomando la forma de una broma cruel la palabra alegría cuando recuerdo de golpe todos aquellos momentos que compartí contigo.
Cruzo en silencio las avenidas, ni tú ni la ciudad se enteran de mi paso, fumando y borracho voy doblando por algunas esquinas, preguntándome cuándo fue que la felicidad se convirtió en un bien tan escaso.
Fotografía por Ludwig van Borkum
Viendo pasar los días y a la vida quedar en pausa