él intentaba hacer que bebiera, retándome con juegos de cartas pero para su mala suerte yo no perdía ni un turno. cuando el alcohol se acabó seguían las prendas y no tardé mucho en dejarlo sólo en calzoncillos.
él me hizo sentarme en sus piernas para quitarme las primeras prendas.
como ese día muchos otros acabaron en una situación difícil de materializar sólo con palabras.
no había nada de forzado en las situaciones, me tomaba en donde quería y a la hora que quería.
aunque hubiera querido ocultar la manera tan dominante en la que le pertenecía no hubiera podido, mis piernas temblaban sin control siempre que se acercaba a mí, erizando toda mi piel al sentir el tacto de su piel cálida y húmeda.
el sentía el poder que tenia sobre mí y a mí me excitaba la facilidad en la que tenía todo lo que quería de alguien con quien comparto la cama.
sin preguntas aquello se desarrollaba al ritmo de música que nadie más que nosotros podía entender.
hay otro mundo en la intimidad que le pertenece sólo a aquellos que entienden la complejidad de sus cuerpos a la vez de satisfacer sus deseos más íntimos a través de la culminación de su compañero.
no era un lugar, no era una ocasión, éramos nosotros y la gran manera de bailar usando la imaginación con los cuerpos para crear situaciones que difícilmente se reconocen fuera de las paredes en las que ocurrieron.
de ocultarlo del mundo porque era sólo de nosotros. los mensajes acompañados de sonrisas y ojos que me desnudaban al momento a pesar de estar en un lugar lleno de gente. ciertos gestos te hacen sentir en otra dimensión. esa dimensión sólo tú la creabas para mí.
me enseñaste a ser mujer, a apreciar mi cuerpo al mismo tiempo de tener la mayor seguridad, a ser el centro de atención en todo momento pero a través de sentirme poseída por ti.
era tuya en todo pero sólo para complacerme a mí
te agradezco la complejidad y las noches húmedas de universidad.
algunas noches me gusta recordar las caras pícaras, tus palabras y esa espalda que tantas veces recorrí mientras creabas todo tipo de colores en mí.
Fotografía: Georgia Ponirakou
Veo vídeos del país en donde voy a vivir. Canto Joan Sebastian mientras bailo como Nathy Peluso y tomo como Jenni Rivera. Cuando estoy aburrida escogo a alguien del lugar en el que este para imaginarme como me lo ligaría y trato de adivinar que tan bueno es en la cama.