Los días me agotan hasta llevarme a un absoluto silencio.
El mundo exterior se ha limitado a esa área de cemento
Que conecta el balcón con los árboles de afuera.
Agradezco todos los días a esos árboles y sus pájaros que los habitan.
Pues se muestran con la naturalidad que a nosotros nos está faltando.
Y siguen coexistiendo a pesar de lo que está pasando.
.
Incluso con el encierro, algo se vuelve capaz de librarme de las especulaciones de mi cabeza.
Me cuesta creer que un mundo se destruye afuera.
A pesar de que en frente solo encuentro belleza.
Rápidamente voy devorando los libros de la biblioteca.
Como si no pudiese dejarle un minuto de silencio a la soledad.
Mi mayor temor, en este instante, es terminar de leerlos de repente.
Porque estar solo, no es estar solo.
Es convivir con los demonios que habitan nuestra mente.
..
Despertar se siente pesado.
Los sueños aparecen atacando desde el subconsciente.
Se replican una y otra vez para purgarnos la mente.
Al abrir los ojos, caigo en cuenta de que es un sueño.
Un sueño colectivo del que a menos que cambiemos
No saldremos vivos.
…
Y como entrando en una pintura surrealista
Dimensiono que la realidad humana
se ha vuelto más loca
que las mismas
pesadillas.
….
Fotografía por Michel Nguie
Escritora y fotógrafa colombiana.