Aún no estaba lista para cruzar ese túnel con tu mano apretando mi pierna, las luces cálidas me recordaban el ambiente del bar en el que nos conocimos, donde sonaban guitarras y choques de tazas llenas de café ; El asiento de tu auto se sentía resbaloso, y solo podía ver de reojo como movías los brazos al ritmo de mi respiración.
Había dos ventanas abiertas y una que no se podía abrir por el paso de la lluvia sobre el fierro; En las noches le cantaba al marco para que se desoxidara, y que así pudieras salir por esa tercera ventana.
Saliendo del túnel, todo parecía pausado, y mi mente retrocedía los momentos hasta donde me lancé por primera vez de la segunda. Mi respiración se ahogo en ese instante y decidí dejar a mi corazón danzar entre cúmulos de estrellas.
“Sométeme al vacío”
Esa tarde lancé un cuerpo inerte por la tercera ventana. Tus manos se habían convertido en el flujo del metal para poder liberarla; La cerré y comencé a estrellar todos los cristales obligándolos a caer sobre ti.
Una droga sonora se plantó dentro de mi y los “Crack” que perforaron mi corazón lo obligaron a bailar entre vidrio triturado.
Estaría dispuesta a someter cuantos cuerpos sean necesarios a travez de esa ventana solo para solventar el peso de tu sangre.
Fotografía por Martin Canova