Desde tu huida contabilizo el tiempo en “jueves”.

Un jueves desde que te vi por última vez, dos jueves desde que no supe más de ti, tres jueves desde que no estás aquí.

Este jueves no te quise extrañar y salí a caminar por la ciudad, como si de mala suerte se tratase terminé aquí, a dos calles de ti.

Me puse a observar la lluvia por la ventana, con una inmensa esperanza de verte correr por ahí mientras las gotas finas de lluvia bañaban tu alborotado pelo.

La lluvia cesó y entonces me quedé en la ventana deseando verte hacer tu caminata nocturna mientras el aire del otoño besaba tu rostro.

La noche terminó, la pase pegada a esa ventana observando a toda la gente pasar esperando que alguno fueras tu.

Al salir miré a todos lados a ver si esta vez te encontraba por ahí.

En fin, otro jueves que no te vi.