El camino fácil es decir que el tiempo, las identidades, el futuro, los otros, la ética: nada tiene sentido, pero ese nihilismo, ese peligroso y fácil nihilismo, es el régimen cultural de 2020: no pensar, no querer reflexionar, carecer de categorías, voluntad o imaginación para entender, ese es el gran lugar común.
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O no.
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Para qué.
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7.
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Ya.
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Sigo pensando en la crack house que nos encontramos el sábado en nuestra caminata en el monte de Tres Marías. Dentro de todo, era un lugar habitable, amplio, armónico, repleto de ventanas y diversos y graciosos grafitis.
Medio hoyo pero medio edén.
Calabozo de paz y santuario de autodestrucción.
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Estoy disfrutando mi nuevo hogar en la colonia Juárez. Pero no sé si mudarme a una casa algo embrujada fue la mejor opción para rehacer mi vida. Me gusta la colonia pero siento, por primera vez en las calles, la autoridad del pasado, ese éter. Además, esta casa vieja e inmensa no deja de crujir en la noche. Y, de noche, la habita una negrura inescapable. Aunque hay un patio, la oscuridad en los cuartos y pasillos es demasiado densa: como si de un río no dejara de fluir, como si de un pozo no dejara de emanar. Cuando ya no puedo más con la jornada, solo cierro los ojos y me dejo abrazar por las sombras. Esperando que mañana se pueda acomodar todo en mi asediada vida. Me duermo sin cuestionar los mordiscos, las bienvenidas.
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Mi amigo Pedro dice que quienes más triunfaron este año fueron los introvertidos.
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A manera de reflexión de encierro, Javier, mi terapeuta, me dice que todo lo que buscamos lo podemos encontrar en el amor (dar/recibir).
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¿Cómo alguien puede buscar con tantas ansias más poder personal en un contexto de crisis, sobrevivencia y muerte como el actual?
Los políticos profesionales son humanos con una intensa e incurable enfermedad de fama y poder que hay que soportar porque también son indispensables para ocupar esos puestos de tanta responsabilidad. Pero se debe estar en verdad enfermo para decidir (solo por fama) no ser libre.
Por eso siempre se necesitan instituciones y una buena estructura de incentivos, castigos no arbitrarios y límites:
1) para que la vida pública no se vuelva un manicomio articulado por las mezquindades de los más enfermos de poder;
2) y para que nosotros, la gente común, no terminemos solo como los inocuos espectadores del perenne fangal.
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Otro día de escuchar Arca, sentir mis poros y ver una pared.
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He estado en el hoyo y he perdido el juicio y he dudado de mí mismo y gracias al apoyo de mis amigos voy saliendo, ya mirando de frente de nuevo, pero sin perdón ni olvido.
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Como siempre antes de entrar a una crack house, sentimos el miedo a presenciar lo imborrable: rastros en el piso de algo atroz, alguien en una esquina con una ira reprimida, el ejercicio de un crimen, algún vislumbre de otra dimensión o una puerta, gritos, entidades, de repente un acontecimiento.
Pero no. Nada. No perdimos en el juego de la vida.
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Leí con mucha atención, justo en el peor día, ¿Quién se ha llevado mi queso?. Muchas enseñanzas me sirvieron y creo que valen la pena ser compartidas.
En este momento me siento más identificado con la literatura de superación personal que con el 99% de la literatura mexicana escrita mientras he estado vivo.
Indudablemente existen autores que entienden las claves de la praxis, y por eso estos libros les han servido a tantas personas, en tantos contextos diferentes; sería de un esnobismo insufrible no considerar su valioso conocimiento para atravesar este valle de caramelos.
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Fuimos a la galería.
Mala energía; paranoia; desconfianza justa.
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Como la esfera de Fortnite, el círculo de la crisis se hace más chico. Esas tenazas empiezan a arañar toda la realidad.
Hay que correr hacia el centro, pero no hacia los disparos.
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¿En todas las ciudades hay una crack house?
¿En todas las crack house hay grafitis jocosos?
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Extraño la playa.
Necesito más representaciones estéticas de “libertad” y menos goce en contextos “lúgubres”.
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Creo que jamás voy a escribir frases tan sexys como las siguientes:
– La riqueza es la capacidad de una persona para sobrevivir cierto número de días en el futuro.
– Si no cambias, te puedes extinguir.
– Si descubres que estás en el hoyo, deja de cavar.
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Trabajar con colegas con cerebro de crack house es simplemente agotador. Solo una metáfora así me ayuda a entender la fuga alarmante de información, códigos, ideas, realidades. Solo con un cerebro así de hueco, sin ornamentos, con ventanas que dan a la nada, con paredes roídas, una estructura física irónica que indudablemente juega con el cuerpo de alguien, que es un vacío organizado que solo puede discernir el paso de A a B pero no de regreso, ni pensar por supuesto que A no solo antecede a B, sino que en tanto antecede a B no limita las posibilidades geométricas, lineales o subterráneas, las miles o más bien millones y billones de conexiones entre aquí y allá y más allá, y que no todo es lineal y que todo siempre tiene capas y las personas tienen contextos, inteligencias, cerebros voluminosos, inestables, y el universo físico es complejo y la realidad social es compleja y, además, todo está dotado de una riqueza simbólica en perpetua evolución, en violenta permuta, y las interpretaciones que generan los cascarones vacíos que son los cerebros de mi exjefe y mis ex-colegas no agotan, nunca podrán agotar, las infinitas y maravillosas posibilidades del mundo.
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Viene la ola y me lleva. Y no puedo tomar decisiones. Sin juicio, necesito que mis amigos me ayuden en las cosas más cotidianas. En una reunión me tiro en una esquina con la vista apagada, completamente deshecho. Hundido en una confusión cada vez más concreta.
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Mis amigos han cambiado mucho durante la cuarentena.
O, más bien, mis vecinos, porque estos no son mis amigos.
No sé cuántas personas han sido estos perdedores en estos meses.
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Día 3 de trabajar Cartas a un joven diseñador en Fundación Los Mierdas.
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Voy a extrañar mi pasada casa y la breve obra maestra que fue mi cuarto de 2020. Los mediocres siempre destruyen todo lo hermoso e interesante, son los más violentos y aman con demasiada intensidad el dinero, las cantidades y las novedades. Con demasiadas, demasiadas, ansias. Por esto, todo lo hermoso (personas, objetos, ideas) siempre debe ser defendido con estrategia ante el perpetuo asedio de los imbéciles. (Los imbéciles de hoy y los imbéciles de mañana.) Ciencia, humanidades, artes, la naturaleza: todo lo verdaderamente admirable y grandioso es incómodo para la mente y los intereses pequeños.
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La visita a la crack house de Tres Marías es la experiencia más estética que he tenido durante toda la cuarentena.
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Estoy esperando desesperadamente esa escritura nueva. Algo lejos, muy lejos, de la prosa de esos escritores que prefieren no herir la sensibilidad de sus pares ni espantar al público y sus familiares. Esa escritura de frases cómodas, transparentes y sencillas, una prosa llena de flores y chistes, de una comodidad tóxica, aburrida y acrítica.
Quiero leer, de nuevo, eso otro que me haga sentir una incomodidad imborrable.
Quiero volver a sentir mis lugares comunes escindidos.
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He encontrado en el tianguis de antigüedades una máscara de Salinas/Chupacabras —pieza clásica de la artesanía mexicana, comentario incómodo sobre la transición democrática y el origen del neoliberalismo y potente objeto sacrilegio popular.
Todos los poderosos son ridículos.
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¡Poco a poco he olvidado cómo mover el cuerpo!
Extraño el peligro, el pecado, la noche de la ciudad.
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Compras recientes en el Péndulo de la Zona Rosa y en la Jorge Cuesta:
– On War, Clausewitz.
– El suicidio, La educación moral, Durkheim.
– Burke en inglés (Harvard Classics, 1909).
– Teoría de la novela, Lukacs.
– El Spleen de Paris, Diarios Íntimos, Baudelaire.
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Como si esto, escribir (es decir, reescribir), fuera divertido, gozable, importante, inigualable, digno, edificante.
Me importas un bledo. Espero que ya, a esta altura del texto, lo sepas.
escribir? = teclear desde una crack house
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¡Releyendo a Nietzsche! ¡Qué gran escritor! ¡Qué estupendo poeta! ¡Uno de los mejores lectores del canon filosófico! Pero ¿cómo alguien sin madurez emocional se erigió tanto? Nietzsche no es un buen pensador político porque su comprensión (empírica y, por lo tanto, teórica) de lo social era, como lo dejan ver sus textos, de incel. Nuestro admirado autor no entendía cómo y por qué decidirían asociarse y emprender un proyecto tres o siete humanos. O por qué un hombre y una mujer decidirían, por ejemplo, mimarse, agarrarse las manos. El gigante alemán entendió, como pocos, el subsuelo, muchas veces patético, del pensamiento occidental: las trampas, vanidades y miserias de sus pares vivos o muertos; y como soberbio lector, supo diseminar bien la paja de los argumentos, y en los argumentos clásicos de la tradición la retórica de los juicios válidos. Y no solo fue un pensador eminente, sino un artista de primer orden (escritor/poeta), también como pocos. Ante el ojo de este crítico todos los libros parecen endebles; todo sistema, aplastable; todo autor, un mercenario; cualquier fe, cursi; todo evento importante, errado, risible. Pero su obsesión con la dimensión bélica de la humanidad, la falta de entendimiento de los intereses humanos más simples, las generalizaciones sobre la masa (si a los aristócratas europeos les asqueaban tanto las masas de sus países, es decir, sus vecinos y compañeros de vida, no hay que forzar mucho para imaginar lo que pensaban del resto de los bárbaros: nosotros, las masas sin casta, en territorios “sin” historia, arte, humanidades o pensamiento), solo dan nota de un introvertido engreído. Ese tono (¡tan europeo!) al hablar de los unos sí me despierta asco. Son los clichés de cualquier autor retrógrada del siglo XIX. En esto, en la reflexión política, Nietzsche no fue espectacular: fue promedio, infantil, un pensador imbécil.
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[3/10/2020 6:55 p. m.] o sea: agosto fue pura oscuridad
[3/10/2020 6:55 p. m.] y el proceso fue oscuridad oscuridad más oscuridad mucha oscuridad luz oscuridad oscuridad luz luz oscuridad luz luz luz oscuridad luz
[3/10/2020 6:57 p. m.] apenas estoy recuperando el juicio (la capacidad de ponderar racionalmente los asuntos) la confianza en mí mismo y el equilibrio emocional
[3/10/2020 7:01 p. m.] Y hasta ahorita me estoy dando cuenta lo agotador que fue todo el proceso de la relación laboral tóxica, porque tenía que estar en survival mode todas las semanas. Y luego el cierre, todo ese desgaste emocional. Y ya casi no me dan episodios de rabia con lo que pasó.
[3/10/2020 7:01 p. m.] Solo me queda un poco de sed de venganza.
[3/10/2020 7:01 p. m.] No es cierto jeje
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Siguen los invisibles.
En la noche solo me protege un dije.
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Sigo extrañando la vista de la crack house.
Y esta nostalgia por lo roto y la paz resumen el estado actual de mi alma, su estructura.
[CDMX, octubre de 2020.]
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Este texto emula y expande el ejercicio literario Covidiario convocado por la revista Nexos en 2020.
Este texto es un adelanto de Sopa de Huesos (RRD, 2022), libro conformado por 20 ejercicios literarios góticos, de próxima publicación con la Red de Reproducción y Distribución Vicente Guerrero Saldaña.
Una versión beta de este texto se encuentra en este enlace.
Chetumal, 1989. Escritor, analista político y editor. De 2015 a 2017 fue autor recurrente, secretario de redacción y coordinador editorial del sitio de reflexión cultural y política Horizontal. En 2018 participó brevemente en la editorial independiente Dharma Books + Publishing. En 2019 participó en algunas de las juntas preparatorias del sitio de reflexión política Revista Común. Su trabajo ha sido publicado en Replicante, Tierra Adentro, La Jornada, Literal Magazine, Reforma y Counter Signals, entre otros medios. Es coautor, junto con Anuar Portugal, de “Cartas a un joven diseñador” (RRD, 2020), libro experimental de superación personal para escritores y artistas jóvenes.