llevo aquí dentro del cuerpo,
una sombra brillante y abstracta
que me arranca el dolor y sepulta
todo miedo y ansiedad de ser eterna y ser poeta,
y calla poco a poco el pequeño demonio, diablo,
que mutila y asesina mi pensamiento,
que me desgarra el alma cristalina
hambrienta de delicadeza y de dulce néctar cafeína
traigo enmarañado un albor que compromete mi fragilidad,
que me embriaga de libertad y del amanecer escarlata
que convierte mis labios en miel
y mi corazón en una oración que lleva agua y fruta madura,
una plegaria cocida a mi aliento, que me hace temblar
en un suave y terrible dolor entrecortado

mis venas se convierten en dalias y en ámbar,
y mi sangre, repleta de tentación,
teje bajo mi piel la esperanza carmín
que dibuja un hombre saliendo de mi aliento,
y me transforma en un ave con el pecho apuñalado
que vuela, vuela, vuela sin remedio hacia el sol

y en el incendio de mi cuerpo,
comienzo a decir su nombre rezando,
con toda la frialdad y tibieza que aloja
mi vientre rojo y mis rojos muslos,
que desesperados con locura y devoción
rebuscan en la fuerza y en la destrucción
un espacio vacío para alcanzar el cielo
y saciar apetito de noche y de día

entonces pienso que ojalá fuese pequeña
del tamaño de una lágrima
o una gota de sangre,
para no sentirme abrumada con
lo grande, absoluto y completo
que es este cariño que se transforma en amor

porque ¿qué sabré yo de ese agujero negro
que compromete ciegamente mi existencia?
capullo cósmico que devora la luz maniaco-depresiva
que me hace inventar símbolos y palabras
para tratar de explicar que amar hace eco con existir
y que yo tengo todas mis fuerzas congregadas alrededor
del meteorito caído que lleva este hombre en su pecho,
receptáculo solitario y ansioso que late hacia las alturas

aquí, adentro, todo se inclina hacia este instante, esta chispa
en la que hablo una lengua extraña,
que no es ajena a la entrega, la comunión y la consagración
pero que ahora solo puede enunciar aquello que logra
unir mi boca con el espacio inmenso que me separa
de aquel extraño que comienzo a amar

( pan, leche, mantequilla )
pobres y endebles palabras que tratan de manifestar
una caricia y una promesa irreprimible
antes de estar demasiado comprometida e involucrada
como para dejar de nombrar la carne
y los sueños benditos con requiebro