Encontré un collar de estrellas en el joyero que tiene mis memorias. El anillo de plata que me regaló mamá, la pulsera que me compró mi ex en ese viaje escolar, las arracadas que robé en esa tienda, aún no sé ni cómo lo hice, ese recuerdo me da náuseas, pero es mi recuerdo. Todo lo que hay en ese joyero tiene una razón de ser, de existir y cada vez que uso algo de ahí dentro me recuerda la vida que tuve, las experiencias que viví, el dolor de un corazón roto, la alegría de una niña mimada o las risas de una buena fiesta.
Ese collar de estrellas no tenía historia, no podía recordar de donde venía, quién estaba detrás de ese collar, porque debo confesar que yo no compro joyería, sólo la tengo, llega a mí, y ese collar no tenía lugar de procedencia, era como si por arte de magia hubiera aparecido ahí.
Es hermoso, tan perfecto, tan delicado, y lucía tan bien colgando de mi cuello, pero me perturbaba no saber de dónde venía, ¿por qué no tenía historia?
Esta mañana lo tomé y me lo puse para ir al trabajo, tenía miedo, era como usar ropa que alguien más te eligió, era sentir cierta vulnerabilidad por no saber sobre eso que llevaba puesto.
Llegué temprano a la oficina, y un hombre que no conozco, un hombre que estoy segura jamás había visto se acercó y susurró en mi oído
— Encontraste mi regalo
De inmediato llevé mi mano al pecho donde colgaban las cinco estrellas de diamante.
— ¿Quién eres? — le pregunté asustada.
— ¿No me recuerdas?
—No.
— Pues — soltó un suspiro y continuó —, nos conocimos esa vez que viajamos juntos a las estrellas.
Soy una estudiante de ingeniería decidida a seguir mis sueños y encontrar mi lugar en el mundo de la literatura.