Me quedé varada entre madrugadas azules y el sonido de los autos, me quedé insatisfecha, con nueve personas y mil preguntas acerca de mí.
Me consuela saber que puedo leerte la cara.
Me he adaptado cien por ciento a ustedes, me he sumergido para su comodidad.
Colecciono expresiones.
No sé vivir aquí.
Ni las matemáticas ni los algoritmos. Prefiero las historias y los ritmos.
Prefiero pensar que lo único que te llevas cuando mueres es la memoria, las expresiones y las emociones que se viven aquí, en donde existen las madrugadas azules y los autos.
Fotografía por Abel Ibáñez G.

Me gusta imaginar, es lo que mejor sé hacer y decido quedarme ahí porque es un lugar seguro que controlo desde acá. Por eso a veces me da miedo la enormidad de la realidad, pero también me gusta el contraste.
Estoy experimentando la explicitud de mis emociones en palabras.