Pasamos los días siguiendo ideales que no son nuestros, aparentando que estamos en control de nuestra vida.

Nos dicen qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Pero si estallamos ante la presión, nos reducen a “maniáticos” o “perturbados”. Si alguno de nosotros se quiebra, el mundo igual sigue. ¿Ya se detuvieron a pensar cómo sería la vida si tuviéramos la potestad sobre nuestro destino?

De haber sabido que tendría que vivir así, jamás hubiera nacido.

Fotografía por Martin Canova