Debo alejarme
mil novecientas sesenta y ocho millas hasta que
dejes de verme.
Un dron nos espía por la ventana,
no se dónde esconderme.
Aún vive el monstruo y no hay paz.
No tengo la solución.
Charlie Kaufman sigue vivo.
No es como cuando éramos niños y
el señor rábano era el malo del cuento.
Son demasiadas horas sin dormir.
Los dibujos de vapor en la ventana no me traen buenos recuerdos.
Necesito el punto medio y correr ya no me servirá.