Se ha pasado de manera gentil,

airoso, galante;

empujándonos hacia el cierre asimétrico,

comienza a entre roer los días que se acercan.

Casi a la velocidad del vagón

entre Viaducto y Chabacano.

En las ventanas refleja su velocidad, su presteza,

cual tragaluz de opalina sublime y gloriosa

petricor del cielo,

vaho emanado del cuerpo.

Va dejándonos labrados los azulejos

por donde nuestros pies pasan volando,

con su celosía de color llavín,

de alevosía en el metro,

y es que en la mirada de todos

se nota que la prisa lleva tiempo.

Camina rápido.

Corre lento.

Las pieles afieltradas de improviso parpadean

remedando su gesto

en fulgor de pensamiento.

Porque la blandura del pecho lo dice, lo está sintiendo.

comienza a terricolar su vibroso verde,

el corazón igual comienza a enfriarse,

se nos erisipela la coyuntura de esta época,

cual migajas enajenadas.

Es octubre y se está yendo.