Catsup, sangre y papa

Catsup, sangre y papa

En dos años pasó de todo
En treinta y ocho también
Recuerdo como sonó el borbotear de la sangre cuando me sacaron una muela que rompí cuando comía una barra de pan…. aaaaah… dolor intenso pero alivio… sin fin…

Una vez con tapones en la nariz, pensé que no iba a volver a saborear u oler… el sentido del olfato… un dolor indescriptible dejar de oler… de sentir los matices de las hierbas y la sangre… cuando desprendieron los tapones de mi nariz el dolor se presentó “Hola y adiós”… me como una hamburguesa fría y casi podrida que esperaba en el refrigerador… a las papas les puse mucha catsup… esa salsa dulce y roja me llevó a un lugar… donde ella vivía, casi enfrente… comimos papas y una ensalada César… después nos besamos clandestinamente en una calle semi vacía… el surrealismo de lo indebido condujo a que yo le diera una nalgada… también sorpresiva… ella me miró y me dió otra nalgada… nos reímos.. caminamos en sentidos contrarios que paradójicamente se reencontraron…
Después de varios encuentros… ahí recordé el sabor de la catsup… la sutileza de la papa… el sabor de una cachetada con amor, con cariño, con ternura agridulce… mad agria que dulce. El sabor de un labio roto. El sabor de la sangre. Luego el sabor de su sangre. Que también probé. Con los dedos. Con la lengua… con la nariz.

Somos y fuimos extraños… ayer hoy y después…

Ella era ella y sin embargo no era ella

El dolor de la catsup se presentó el día en qué la que era ella me dijo “Creo que es mejor que nunca volvamos a hablar”. Mi corazón se encogió. Se chamuscó y escribí “Coincido. Te deseo mucha suerte en esta nueva etapa de tu vida”. Y me acordé de dos etapas: una un faro, otra de cuándo me masturbe en una tina en un hotel en Cambodia.

Con las cenizas de mi corazón chamuscado y la muela rota en la otra mano le envié una foto a una chica que se disfrazaba de sailor moon y que le gustan mucho los árboles… Roa me dijo “Yaiks! Que asco! Como me mandas esto. Ni siquiera nos conocemos!”.

Ese día me hice un puré de papa. Al cual le cayó sangre. Fue bonito ver esto. Tan sutil. La papa y la sangre.
Me recosté en una hamaca y el hijo de mi vecino saltó solamente para hacerme recordar que aquel faro estaba lejos… y que incluso en las cenizas más profundas el ave de fuego del amor tiene posibilidad de nuevos vuelos.