Hoy me siento mal, aislada, atrás de la fila, triste, complicada.

Siento que vivir se  me hace muy complicado y que la vida es algo pasajero y que ya no me quiero quedar acá.

Quiero dormir y quiero la compañía de alguien. No quiero hablar solo quiero que alguien me acompañe. No, disculpen, no quiero a nadie.

Solo me siento mal y quiero dejar de sentirme así. Porque es un dolor, medianamente, grande que mata de a pocos y ya no quiero tenerlo más.

Sé que estoy mal porque, normalmente, a mi me gusta ir a trabajar en bicicleta. Hoy no lo disfruté, no me causó nada.

Hoy quiero cerrar los ojos. Llorar un poco.

Cada vez más siento que necesito un psicólogo, esperaré la paga de fin de mes, pero en la espera me pongo a pensar y siento que si voy me dirán cosas que ya sé de mi misma, soluciones que serán las de siempre como “haz más cosas, concéntrate, haz deporte” y entonces ya no me dan muchas ganas de ir. No quiero soluciones solo quiero ayuda y ver si lo que tengo es realmente serio. Ponerme a pensar en eso me preocupa mucho.

No quiero contarle a nadie nuevo esta pena, este hoyo. Porque no confío en nadie. Tal vez si tuviera a alguien de confianza. Me da mucha vergüenza contarle a alguien cualquiera porque sé que se lo tomará muy en serio o, de lo contrario, me dirá que dramatizo mucho y que debería de bajar esta intensidad y, la verdad, es que esas respuestas jamás me ayudarán porque evidentemente me harán sentir mal. Es más, mientras escribo esto siento que si alguien más lo lee, simplemente, pensará que soy muy dramática.

Hoy solo quiero ir a dormir.

Si estas leyendo esto y no sabes cómo abordar este tema, no trates de acercarte porque me siento muy frágil y cualquier paso mal dado me dolerá. Si sabes cómo ayudar o como no hacerme sentir tan ridícula hablando de esto, solo hazlo.

Fotografía por Anna Paola Guerra