Algunas veces dije “hasta aquí”; y, la diferencia entre esas

veces y ahora; es que, ahora no lo dije, lo sentí.

Tenía miedo, y mis ser se sentía en escombros después

de cada palabra hiriente; pero, ya hemos pasado por esto

años atrás, ¿realmente vale la pena permitirlo otra vez? 

No.

 

No tengo el amor propio suficiente; pero, la dignidad se me regeneró

un poco, o quizá lo suficiente para saber qué no quiero, 

ni necesito, mucho menos, merezco esto. 

 

Unas veces nos hieren; y, otras herimos; pero, 

nunca somos culpables nosotros; sino, el destino. 

Somos fichas, peones, en el tablero del universo, 

no sabemos nada; pero, creemos saberlo todo. 

 

Una vez más, lección aprendida. Estoy lista para empezar

el nuevo capítulo del libro que jamás entiendo; pero continúo: 

Mi vida.

Fotografía por Pierre Wayser