Paseando por los pasillos de aquella vieja construcción en la que Charlie Kaufman me invitó a fumar un cigarrillo para discutir sobre la importancia del tiempo, un dron nos espió por la ventana y decidimos tirarle pedradas para destruirlo.
Charlie me dijo lo siguiente:

Algunas veces he sentido que no pertenezco aquí, que nada de lo que he vivido me sirve para esta época llena de excesos ridículos. Nada comparado con 1968, en donde importaban los movimientos sociales y la música que los unía, hoy en día una fotografía de unos rábanos tiene más relevancia que los momentos simples y no lo soporto.

Y coincidí bastante con él, es por eso que cada domingo voy a ese lugar a quejarme de los días malos.

Fotografía por Fernando Sarano