En las playas de Rímini ceso la cacería de sirenas, ahora solo se les contempla con fascinación…
La mujer que conocía por memoria el sonido de su sonrisa, que guardaba en la antología de imágenes la extensión de sus comisuras al reír, y recordaba la vibración de su pecho cuando la felicidad la invadía como pequeñas hormigas naciendo del corazón; es la misma mujer que salió de sus brazos cruzados, se sacudió la ausencia de calor que habitaba en su mirada, para emprender la búsqueda (las mujeres siempre conocemos los caminos), y volvió a mí, nos encontramos. Se quedará por todos los tiempos en mi hogar, ambas sabemos que estoy floreciendo.
Ahora sé que mientras mis pechos se mojan por el calor del cuarto, al tiempo que la concurrencia no se percata de tal suceso, tu mirada se estrella en mis lunares, estoy queriéndote con pasos de niña pequeña y con la fuerza en mis piernas de mujer. Tienes una belleza abrumadora, ¡que ganas de pedirte luz para mis noches y té tibio, endulzado con miel y hormigas, para mis desvelos de letras! Tu sencillez llena todas las habitaciones de mi cuerpo, el cuerpo que me fue conferido seguramente para hacerle dibujos pequeños y guardarlos en otros más grandes, para después ponerles por título “tu amor”.
No estamos sentados a la orilla del colchón, contenidos en un banco de madera o empujando con fuerza la pared, somos espectadores pacientes del arrebol. Tu sí conoces los nombres de la flores (sé que eso deseas que piense), sabes… Conoces las tonalidades de mi corazón feliz, yo pienso que te prefiero daltónico que botánico.
Sin necesidad de reafirmarnos, reconocernos, con ausencia de juicio y exceso de calor, todos los días nos sumergimos en un mar de limerencia. Me sabe dulce, también moja mis pechos, hace que se junten tus pestañas.
Esto que es hoy y me sabe a todo lo delicioso del ahora, es inefable; por eso consideré de más escribirte una carta en donde busque representar mi sentir por ti, de ti.
Ten por garantía que si me decido a redactarla, en ella encontrarás polen de un amarillo intenso, un mapa con todos los caminos marcados, la medida de mis comisuras al reír, todo eso guardado en un sobre vibrante; cuando lo tengas en tus manos es posible que la sensación de hormigas moviéndose desde tu corazón te confunda, pero dentro también hallarás el sonido de mi sonrisa.
En el mar que rodea las playas de Rímini, a nosotras las sirenas se nos contempla, los tiempos de cacería son parte del olvido, lo atribuyo al día que comencé a amar a un hombre…
Fotografía por Tatjana Suski? Ninkovi?
Mi cuerpo joven conoció tu sexo, te hice con mi sexo, fuiste buena y el anciano que soy se congeló mientras contaba historias de victorias pasadas para hacerte dormir. Macarena eres la suerte que voy a fracasar 20 veces más, quiero bordar flores a tu corazón, ahora que soy como un ciego que hace malabares con aguja, hilo y dedal.