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Latido no justificado
Aquella noche el estruendo del más temible relámpago retumbo desde la montaña hasta el mar, permeándolo todo con su resplandor vivo y momentáneo, luego vino la suave y cálida brisa de unos dedos sin huellas digitales que contagiaron todo con una calma imposible, más aquel rose fue binario y se transformó en un monologo secular…