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La casa de Dios
Eran las dos de la tarde y yo me encontraba al borde de mi tercer trago de whisky, sentado en un bar de buena pinta. Odio estos lugares, en lo personal siempre he preferido un lugar lleno de mugre y desprecio. “No hay hogar como el hogar”, dicen algunos. La camarera, una joven de no…
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El ahorcado.
Era un día normal como cualquier otro, por lo menos tan normal como se puede estar en la sala de espera de un loquero. Aún recuerdo ese sentimiento de ausencia que me ha acompañado toda la vida; en momentos como ese procuro usar una de tantas máscaras que he logrado dominar. La tranquilidad y la…
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El comienzo.
Tres días tirado en cama sin comida, ni bebida, sin descanso de la felicidad que me causaba tu partida -¿Por que lloras tanto? -Aun no se ha marchado, ¡la maldita vive entre mis sabanas! hasta las pulgas usan su perfume.