Tal vez mientras lavas los trastes te acuerdes de nosotros, de Atlixco y de las rosas que te mandé. Y vas a pensar en lo que pudimos ser, y me vas a buscar, pero vas a ver que ya estás bloqueada. A lo mejor cuando estés en tu fiesta de cumpleaños y lleguen esos 30 segundos en los que te preguntas si la gente a tu alrededor realmente es gente que quieres en tu vida, vas a recordar la manera tan ñera que te enseñé para abrir puertas, recordarás algún chiste pendejo de los que me salen bien y te vas a cagar de risa queriendo buscarme, nel, no vas a encontrarme. O tal vez jamás en la vida te vuelvas a acordar de mí o de lo que vivimos y son puras pinches ilusiones mías porque quiero que me quieras, que me busques y volver.
Ya sé que no es correcto, ya sé que no me hace bien, ya sé que siempre va a acabar mal, pero ¿Quién me puede salvar? Ya no tengo ganas de volverte a llorar, pero también me urge agarrarte a besos y morderte los labios, atascarme mientras te manoseo por debajo de la falda y lamerte el cuello, aunque luego quiera escupir porque solo sabe a perfume ¿ves? Me pongo bien mal cuando pienso en ti. Lo bueno es que ya viene el camión, tengo que subirme y con un poco de suerte los siguientes 40 minutos los voy a pasar pensando en lo mucho que me caga usar el transporte público porque se llena un chingo, aunque suenen las cumbias y las salsas que te yo cantaba de madrugada.

Nacido en CDMX, pero caribeño por decisión de su mamá, de vuelta en CDMX por un amor que siempre sí terminó. Entusiasta del mezcal y el arte callejero.