Hoy entiendo.
No fuiste peor que otros,
ni más que nadie.
Es solo que tú
estuviste en lugares,
conquistaste espacios,
en mí,
donde nadie
nunca estuvo.

Tú tenías mi corazón,
sinceramente,
verdaderamente.
Y dolió tanto
que lo rompieras,
que no importara,
no volvernos a ver.

Tú tenías mi vida,
completamente,
infinitamente.
Y dolió tanto
que la dejaras,
que no importara,
no volvernos a amar.

Hoy entiendo.
No fuiste peor que nadie,
ni mejor que otros.
Es solo que tú
estuviste en lugares
–te dejé entrar–
donde nadie,
nadie nunca
pudo estar.

Donde nadie estará
jamás.
Y no es miedo,
sino supervivencia.