Me suena a un sonido desconocido puedo reconocer a ese golpe sin a verme caído, conozco el cambio y las alteraciones de mis sentidos. Cuando estás, sabes que giras no sabes a donde pero giras, cuando dejas de girar te sientes triste, vacío y mareado. Pero otra vez no sabes nada en absoluto de los giros. Cuando creíste a ver entendido ya no hay más giros, solo te queda descifrar cómo volver al giro pero esta vez sin que salgas herido.
Leí los libros que me recomendaste, caminé por todo los lados donde acostumbramos pasar, escuché las misma canciones una y otra vez, seguí yendo al mismo parque, tocaba las mismas piedras y aún me balanceo sobre el mismo columpio, me persigno en cada iglesia por la que paso porque cada vez te sueño mas, son tantas las noches en donde veo tu cuerpo desnudo en manos ajenas a las mías. Mi cabeza gira, mi corazón se hinca, se me revuelve el estómago, me levanto asustado que hasta me sudan las manos.
El escrito original fue quemado la paranoia se ha convertido en mi satisfacción personal, en ese estado de inconsciencia física aparezco acomodándote el pelo y tú levantando una ceja (la izquierda) me dices que no disfrace mis sentimientos y sí, lo supiste desde el veintiséis, que fui un problema, mago sin sombrero, un músico sin ritmo, aquel desinteresado fallido, un tramposo sin ninguna clase de permiso que disfruta de ir al psiquiatra porque se ama y se odia para no sonar aburrido.
Fotografía por Erik Wetsoe
Curandero gerontológico de secreto en secreto se llega a la vejez, musico por necedad y redactor de ensayos