Amantes de una vida pasada

Dos golondrinas que juntas hacen verano y se escapan a las Islas Maldivas para tomar el sol y platicar de esos momentos que jamás compartieron. Seres desconocidos que caminan por la calle intentando encontrarse, diferencia de clases sociales que separa a las personas y al mismo tiempo las acerca hacia lo que ambas quieren sin importar quién los esté observando. La luz de los reflectores se encuentra frente a ellos, las miradas son las que tiran los golpes y el cuerpo manda distintas señales para anunciar a la otra persona que está listo para iniciar el combate.

Por suerte las vidas pasadas sólo son siete, entonces aproximadamente ese puede ser el número de amantes ocultos que se puede tener. La media noche se convierte en el punto de partida, “dulce como el final de un sueño”. Se acercan los cuerpos hacia lo desconocido, tratando de llenar su vacío interior con el amor de otras personas. El sentido de la vida no existe para esos amantes de la noche, tratar de encontrar un nuevo amor es lo que los mantiene vivos. El mundo se convierte en su ostra, las personas son peces que se pueden obtener del mar como en un juego de cartas.

Para que exista una conexión debe existir una vida pasada a la cual podamos aferrarnos. Un pasado juntos que podamos volver a vivir. Los distintos universos que existen son los que los mantienen alejados; estás muy cerca de un lugar que ella no conoce, un lugar donde podría salir lastimada y no precisamente hablando amorosamente. Está acostumbrada al mundo acomodado de autos lujosos y tragos caros en zonas exclusivas, no a bares de mala muerte como los que frecuentas. Aún así la media noche trata de acercarlos, mientras la luna brilla por su ausencia.

El precio de no encontrarse en el lugar correcto al momento adecuado; de no provenir de una familia acomodada que pueda proveerle de todo lo que ella demanda. En ese momento tan oscuro es cuando por fin sus manos se encuentran. El sol brilla por la mañana, una mañana después de haber hecho el amor. La caminata de la vergüenza donde sus mundos vuelven a separarse. El despecho es el sabor del whisky helado que recorre su garganta a la mañana siguiente de haberse despedido de aquella persona a la que tanto quisieron. Aquellos amores inolvidables son sobre los que uno escribe la mayor parte del tiempo.

Fotografía: ding ren