Dediqué algunos años de mi adolescencia a la expansión de mi conciencia. A la perfecta holgazanería poética. Era “más ocioso que el sapo”, escribiría Rimbaud.
La edad dorada se fecundó de los 16 a los 19. Y gran parte de lo que sostiene mi argumento en pie, lo debo a esas densas lecturas, la comulgación con plantas sagradas y la experiencia de la embriaguez absoluta.
Transcurrí donde nadie tanto como pude y me infecte. “El camino de los exceso conduce al palacio de la sabiduría” recitaría uno de los proverbios del infierno de William Blake.
Ahora, a los 29, 10 años después de la profanación de mi percepción, me encuentro cansado y molesto. Y me depuro de todo tanto como puedo.
Y sé de las propiedades de la experiencia y el saber para aplicarlo como veneno o antídoto.
Y desde la insoportable sobriedad, conspiro y predico mi intranquilidad:
“Bienaventurados sean los que hagan de este hoyo un sitio culto y tranquilo. Y maldigo a aquellos que sigan en su chiquero podrido y dormidos.”
Amén
Fotografía por Michael Dietrich
Paco Carreón nació en la Cuna de la Nación en el año de 1989, en el hospital de la Loma, atemporal y bajo el signo de Libra. Es Poeta autodidacta. Ha colaborado en diversos medios: impresos, públicos y digitales. El Regional Informativo (Tlaxcala), Revista Velvet (Puebla), ERRR MAGAZINE (CDMX). En 2018 participó en dos recitales poéticos en el underground tlaxcalteca. Actualmente escribe sólo en su libreta.