Estoy en otra ciudad,
los árboles son altos y seguros,
parecen más antiguos de lo normal.
El cielo es azul, pero
no es el celeste
que yo recuerdo.
Aquí todos los días son calurosos,
y la luz es infinita,
al menos así me parece.
Los ciudadanos transitan
sin cansancio, y la luna
no ha aparecido en un rato.
Estoy del otro lado del mundo,
del que conocía, del que habité
desde hace un cuarto de vida.
La distancia es irrelevante,
puedo sentir a quienes están,
aunque no me extrañe alguien en particular.
Sé que cuando cruce el mar,
de regreso al camino,
ahí va a estar: mi hogar.
Fotografía: the mirror closes the universe

Las palabras me visitan a todas horas del día y yo las invito a pasar.