Me enamoré de ti,
sí, me enamoré.
Me enamoré de tu forma de fluir,
de esa forma particular de sonreír con tintes melancólicos.
Me enamoré de la fuerza de tu piel,
la que abordaba mi ser en parpadeos.
Me enamoré de tu movimiento,
de las líneas que se dibujaban con cada uno de tus trazos apáticos.
Me enamoré de tu mirada,
la que dirigías al frete de forma fría para pausar el tiempo, unos cuantos días al menos.
Me enamoré de tus celos,
los que algún día fueron tus prisioneros.
Me enamoré de tu temperamento,
el valor que tenías para desdibujar los comienzos.
Me enamoré de tu espalda,
que compartió con mi pecho las lunas en que eras dueña de mis brazos.
Me enamoré de los pequeños detalles,
todo esto que que hacía de ti una mujer de instantes, de momentos.
Sí, simplemente me enamoré de ti o tal vez me enamoré de ellos.
Fotografía: Emilio Ramírez