Todo comenzó un jueves por la tarde, nuestros cuerpos estaban desnudos, envueltos en sudor. Tal vez era el calor de tu cuarto, tal vez éramos nosotros, pero la temperatura era alta. Había fuego dentro de nosotros, podíamos sentir como nos faltaba el oxígeno al encontrarnos uno cerca del otro.
Aquel día todo fue maravilloso. Lo disfrutamos.
Disfrutamos de nosotros como si no hubiera un mañana. Nos encontrábamos al borde. Estábamos en nuestro punto. Éramos tan felices en aquel momento que podíamos morir tranquilos; amándonos. Todo era rosa. Todo marchaba bien, pero, tanta perfección en éste mundo no es aceptable. Y como todo lo bueno siempre llega a su final, el nuestro no sería la excepción. Las discusiones llegaron, se quedaron y no pudimos alejarlas. Algo pasaba, no teníamos la menor idea de qué era pero estaba presente, perturbándonos. Discutimos, gritamos y lloramos.
No siempre todo fue tan malo.
Fotografía por Nastya Pestrikova