No trates de suturar mis heridas, hace rato que me he desvanecido.
Crees que estoy ahí frente a ti con la mirada perdida, como buscando el remedio que me cure definitivamente, pero no soy yo cariño, es solo mi cascaron ya vacío tratando de ver a donde me fui. Dile que en cuanto pueda me lo llevaré conmigo.
No me busques, llevo tiempo que no sé en donde estoy, y sigo avanzando sin saber a dónde voy.
Estás apretando mi cascaron con un fuerte abrazo como para que no me vaya, pero ya me fui cariño, me fui pedazo a pedazo en cada lagrima que deje salir en las madrugadas mientras dormías.
No intentes reanimarme, ya no queda nada de mi allí contigo.
Tratas de decirle cosas bellas a mi cascaron, esperando a que reaccione y no me despida de ti, pero ya no estoy, hace mucho que me he despedido de ti, cariño. Me despedí desde que te conté lo destruida que estaba, y fabriqué una sonrisa rota para ti como último regalo.
Gracias por retenerme cómo pudiste, por ser mi refugio, y hacerme ver la magia que hay en ti antes de partir, te llevo como mi mejor recuerdo. Espero que a donde voy pueda seguir apreciando tus maravillas, perdón por no haber sido lo que mereces.
Solo me queda esperar a que no exista el cielo para reencontrarnos algún día.
Fotografía: Luciana Giachino
Escribo porque un rayito de sol moreno me hizo sentir que era capaz de hacerlo.