Mi boca olía a mierda. No podía describirlo, pero lo sentía. Ese nefasto olor, que me recordaba en mi cabeza cosas que había olvidado. Olí mis manos y mis axilas, todo olía a mierda. El asqueroso hedor me inundaba. Pronto noté, que ese olor estaba en todo mi cuerpo, no solo mi boca, también mi cabello, mi  piel, mi vagina, todo olía a mierda. Asco me daba si quiera pararme de la cama, mi humor estaba impregnado en toda mi habitación, que cualquier movimiento lo intensificaba aún mas. Atravesar las habitaciones hasta el baño para tomar una ducha era impensable, pues sabía que el hedor me acompañaría y dejaría la estela penetrada en toda la casa, pero no había mas remedio, era eso o seguir revolcándome en mi inmundicia. Me miré al espejo, el olor se veía en mi reflejo, ojala hubiera mas recuerdos en mi cabeza. Pero lo único que me quedaba era ese insoportable olor, un olor que me hacía remembrar todo, pero no me decía nada.

Acostada miraba al techo, quería tratar de buscar alguna explicación al olor, ayer olvidé lavar mis dientes, estaba segura, aunque no tenía el mas mínimo recuerdo del día anterior, ni si quiera de la ultima semana y para ser honestos, hay pocos recuerdos que tengo de los últimos años, pero ese no era el problema, aún así ese ligero descuido en la higiene, no provocaría un tan despreciable olor en mi. Finalmente lo decidí y me dirigí al baño, observé  a mi gato, el también me olía, pero el no podía decirme nada. En ese momento me sentí totalmente agradecida de encontrarme sola, así no podía incomodar a nadie con mi olor, jamás había estado tan conforme con mi soledad, en esos momentos era donde veía todas las ventajas de ser una huraña. Al llegar al baño y volverme a ver por segunda vez en el espejo, pude notar que el hedor venía desde algo mas profundo en mi, el acre venía desde mis entrañas, excretaba por mis tripas, salía por mi boca, y estaba en la sangre, vagaba libre en mi torrente sanguíneo y supuraba por cada poro en mi cuerpo, luego de eso supe  que una ducha no solucionaría nada, pero no había mas remedio por el momento, que maquillar un poco la situación. De repente algo como un derechazo en el estomago me doblo por completo, me sofoqué y, comencé a dar terribles arcadas en el escusado, el olor comenzaba a golpearme desde adentro, el dolor fue tal que, finalmente terminé por vomitar en el baño una espesa masa negra, horrible y pestilente, y pensé que junto con ella el olor por fin había salido de mi; lo que hubiera dado por que eso fuera cierto. Me levanté aún sofocada, lave mi boca y mi cara, pero el olor persistía. Parecía que aquella humillante situación cada vez se iba apoderando mas de mi, y ahora comenzaba a lastimar mi cuerpo, me desnudé frente al espejo y me miré por tercera vez, algo en el pecho me tronó, el olor realmente me había golpeado, había moretones en mis brazos, estomago y piernas, mis rodillas estaban raspadas y mi espalda lacerada. ¡Maldito hedor! ¿Qué quería de mi.? Sin pensarlo mas, y con el cuerpo doliente me metí a la ducha. No me importaba que el agua hirviendo lastimara mis heridas, o que quemara mi cuerpo, a estas alturas el dolor era el mínimo de mis problemas, me tallé lo mas fuerte que pude hasta dejar irritada mi piel, trataba de asegurarme que no quedará rastro, metí los dedos a mi garganta cientos de veces, hasta que no pude escupir mas que saliva con sangre y jugo gástrico, pero nada quitaba el maldito olor.

Me rendí, estaba cansada, me tire en el piso mientras el agua corriente me mojaba todo el cuerpo, no había sensación de alivio y el olor persistía, de solo pensarlo se erizaba toda mi piel, y aunque, el agua estaba hirviendo y el baño estaba lleno de vapor, yo tenía un frio incontrolable, estaba temblando, quise llorar, pero nada, reflexioné, en todo el día desde que había despertado hasta ese momento en la ducha, no había experimentado mas que incomodidad y dolor físico, pero las emociones habían estado apagadas, no había vergüenza, sufrimiento, ni si quiera tristeza, o enojo y salvo por la desesperación que sentía por quitarme ese inmundo olor, no había experimentado otra sensación, y esta ultima se la atribuiría mas a un malestar físico, que realmente a uno del alma. Meditabunda y derrotada termine por levantarme, ya no me aquejaba el dolor de los golpes que aquel hedor me había dado, y me había resignado a tan nefasta situación, total, los humanos terminan por acostumbrarse a todo, y dentro de lo que mis posibilidades me permitían y digamos que hasta donde mis ganas alcanzaban, por ese día no había mas que pudiera hacer. Así que continué con mi rutina de limpieza, como si fuera un día normal preparándome para ir al trabajo o como si hubiera quedado con alguien por la tarde para tomar un café. Así decidí ignorar el olor, mañana sería otro día y si este problema continuaba tendría que ir con algún medico, aunque a decir verdad, ni si quiera sabría que explicación darle. El frio dentro de mi seguía y no lo pude quitar aunque escogí la mas abrigadora de todas mis ropas, pensé en maquillarme y maquillar los golpes, pero me dio pereza, total no había nadie viéndome  y con tan brutal olor, salir a la calle no era opción, no hasta que le encontrara remedio o finalmente dejara de importarme, como muchas otras cosas ya lo han hecho.

Decidí mirarme una ultima vez al espejo, antes de volverme a arrojar a la cama, y poner algunos videos de tonterías en mi ordenador, algo que me permitiera ignorar por un momento mi condición actual. Pero cuando vi mi reflejo, noté una oscura sombra alrededor de mis ojos y me pregunté si siempre había estado ahí, o si esas ojeras eran recientes, hacían que mi cara se viera un poco cansada, incluso un poco malvada, así que intente mirarlas de mas cerca, pero no solo eran esas oscuras bolsas debajo de mis ojos, ni si quiera era la hinchazón, vi mis ojos mas de cerca, y no eran los mismos, y no sé desde cuando habían estado así, pues no recuerdo siquiera si ayer me había mirado al espejo, o si había prestado atención a tan mínimo detalle, algo les faltaba a mis ojos, un pequeño puntito blanco, algo que estaba segura de que tenía, pero ahora ya no estaba mas, mis ojos se veían oscuros, opacos y sin brillo, entonces, también  me dio curiosidad  mi boca, y cuando la abrí para verla, todo comenzó a tener sentido, aunque para ser honestos, no me impresionó, no me sulfuré o incomodé, ni si quiera sentí una pizca de nostalgia o tristeza, solo lo supe, tendría que resignarme a vivir con el hedor mas de lo que había pensado, tenía que aceptar que mi cuerpo estaría lastimado quizá hasta el día de mi muerte; estaba podrida por dentro, y para eso, me temo que no había remedio.