La vida suele ser bastantisímamente absurda en tantas ocasiones que ya no sabes si temer o venerar. Y dentro de las paradojas divinas de la vida estás tú.
Sigo sin comprender cómo una simple mirada me ha dado un cambio a más de trescientos sesenta grados, tal vez setecientos veinte, si es que eso existe. Tan raro todo, como el click visual que tuve contigo desde el segundo uno, el hecho de haberme pedido permiso para besarme me movió todo y fue todo un proceso para que sucediera, pero cuando pasó me movió todos los elementos conocidos y por conocer. Qué lindura tenerte contándome historias de tu infancia, verte sonreír con tus ojos, abrazarme en tus chiperias, despertar contigo los domingos, verte comer pizza y entender tus indirectas cinco minutos (o más) después. Tan fuera de mi zona de confort y en una pequeña gran catarsis que el hecho de verte hace calmar esta mente.
Fiel creyente del monstruo espaguetti volador. Animal nocturno cazador de aventuras. Soy de Juárez pero vivo en la pendeja.