La pluma crispada en tu aliento
y tu sonrisa fina de demonio helado
Tus olas arremeten contra
el risco de terciopelo negro,
finalmente frío y ruin.
Así se crean trazos perfectos,
con los pedazos que quedan
de porcelana rota.
Bailas en arrabales infernales,
esquivas las dagas,
se curvan, se derriten.
Inmensa tu esencia,
crepúsculos pútridos y
desdicha hipnótica.
Y mis dedos sangran,
la tinta se apodera de aquella habitación
donde me dijiste todas las nadas,
todos los algos,
todos los siempres.
Fotografía: Michelle Owen