Los días se vuelven noches solo bajando el blackout.
Yo te amaba.
Me veo las manos y están más incompletas, ya ni se qué me hace falta.
Y me veo a mí mismo como desde cámaras en la ciudad y me abrazo, desde lejos, porque siento.
Y vivo mi propio diciembre entre luces ajenas y noches que no se acaban, entre canciones de ese playlist asesino y comienzo a verte en fiestas pero solo son fantasmas.
Yo te amaba.
Aún te amo.
Pero siento cada segundo, siento cómo se agranda mi cuarto, me acuesto y me doblo en formas que no conocía.
Escribo esto desde la terraza, esa que nos vio llegar ese primer día con ganas de vivir todo, donde no hubo un límite de amor, donde sonó esa canción de Dorian que era tan nuestra, y me cogiste de la mano y cantamos aunque volvíamos de una fiesta y no teníamos voz.
Esta terraza no era tan grande la última vez, ni el ascensor, ni el anden, ni las tiendas, es que ir de la mano era mucho más que eso.
Te extraño, te perdono y respiro a través de tus señales de humo, pero no sé si esperarte.
Por ahora sólo quiero creer que a futuro leeré esto desde cualquier otra parte y entenderé que fue lo mejor, que actué desde el corazón.
Y así, siempre.
Escribo a vivos y a fantasmas por igual.
Amo en cuadros por segundo.