Siempre todo convergía desde dimensiones inconciliables. Yo tenía siempre 8 años. Una ventana roja, 8 años.
Un día me enamore de un tipo por la forma en la que decía mi nombre. “Mariana”, me hacía sentir algo aquí…
Sin saber que se ha decidido en otra vida, escuchaba las instrucciones para amar a un fantasma que se deja besar bajo luz verde.

Mis recuerdos se revelaron bajo luz roja, y los perdí a los 8 años. La edad infinita.

Fotografía: Tomé Duarte