I.
Cuando comenzábamos a interactuar, el latir de mi corazón se aceleraba, sentía el pecho retumbar, la mente se me nublababa y todos los sentidos que habían permanecido dormidos por años se despertaban por ti.
Conforme todo entre nosotros se iba dando, mis labios pedían besar los tuyos, y la piel, mi piel, ansiaba ser erizada por tus manos. Pensaba que era muy pronto para todo y para nada pero para vivirte no lo era.
II.
Al instante que te vi, aquella primera vez y caminamos por la calle de noche, tomaste mi cintura despacio, acercaste mi cara a la tuya para posar tus labios sobre los míos, y justo en ese momento, lo que dura un abrir y cerrar de ojos, supe que no era demasiado tarde para enamorarme de nuevo, para enamorarme de ti. Para darnos la oportunidad de querernos, de odiarnos, destrozarnos, amarrarnos las manos, vendarnos los ojos, perdernos en las noches, romper la cama, ganarle al tiempo, bebernos las mañanas y saborear nuestros cuerpos.
III.
A la altura de la situación en la que estamos, créeme, ya no importa quien de los dos sintió primero atracción o amor, tampoco quien dijo primero te quiero o te extraño: ya estamos en el mismo barco, si zarpó al mismo tiempo, no lo sé, pero ya estamos aquí. Disfrutémonos. Admitir para mí misma y después delante tuyo que te quiero y que te necesito por el resto del tiempo que podamos estar juntos, no ha sido la parte más difícil, eso fue sencillo porque me haces sentir viva, libre, joven, feliz. Me hacen sentir yo misma. Suponer un futuro a tu lado y hacer planes a largo plazo, que sé que no es lo ideal,eso ha sido lo difícil, puesto que ninguno de los dos sabe cuanto tiempo podamos permanecer juntos en esta marea de emociones. Tal vez sea un amor joven destinado al fracaso, tal vez no, pero cuando pienso en ti, todo parece posible. Me das energía, ganas de seguir.
No existen las dificultades ni las barreras, no hay límite o temor, sólo ganas de llegar más allá de lo que ambos pensamos que podríamos.
Fotografía: Tomé Duarte