Entrevista a Jorge Martí
por Abel Ibáñez G.

¿Cómo se transformó la canción desde que empezó a escribirse?
Cuando tuve hechas las melodías, la rueda de acordes y la letra hice una maqueta con el Garage Band y me flipó la canción. Recuerdo enseñársela a mi hermano pequeño y me escribió diciéndome que le parecía muy buena y muy emocionante, que no podía parar de escucharla. Se la mandé a Pau. Enseguida me dijo que le encantaba y que teníamos que grabarla. La mandé al resto del grupo y nos pusimos a pensar en cómo afrontar la grabación. Cuando al fin pudimos juntarnos, grabamos la batería en el estudio, subimos el tempo de la canción y Pau grabó ese riff ganador que le da carácter y clase a la intro inicial. Luego esa misma intro se repite tras el primer estribillo. El estribillo melódicamente solo repite dos veces y además cambia la letra en cada uno de ellos. En uno hablo de mí y en el segundo de mi hija. Una vez grabado casi todo volvimos a repetir la toma de batería unos días más tarde, con una serie de cambios que realzaban la base rítmica de la canción.

¿Quiénes colaboraron en el proceso?
La canción la escribí yo, y luego cada uno colaboró con los arreglos de su instrumento. Yo hice las voces y toqué la guitarra acústica y una eléctrica en los estribillos, Pau hizo el riff estrella de la canción y se encargó del resto de las guitarras y algunos teclados, Marc grabó la línea de bajo desde su casa y lo mismo hizo Endika con sus partes de teclado. Jose grabó la batería en Little Canyon, el estudio de Luis Martínez, que se encargó de la mezcla y del diseño del sonido de la canción. La producción corrió a parte de LHR y los consejos del propio Luis.

¿Cuál es el origen de la canción? 
Pensé en el paso del tiempo y en las diferencias de la realidad que estaban viviendo mis hijas cuando escribí la canción y el año 1986, que es cuando yo cumplí catorce años, la edad que mi hija mayor tenía en ese momento. Me vi a mí mismo con catorce años bailando al son de There’s a light that never goes out, una canción que mis hijas también les gusta mucho. Incluso la tienen en algunas de sus playlist.

Hice tres partes melódicas, tres melodías diferentes de voz sobre los mismos acordes. Me gusta lo sencilla que es. Son cuatro acordes que se repiten desde el principio de la canción con solo un cambio en la intro del principio y al final de la canción. En ambos casos en la rueda de acordes entra por sorpresa un acorde menor final que rompe el ciclo de repeticiones.

Es una gran canción que creo que nunca vamos a dejar de tocar y que cuando suena siempre me quedo pensando en que no me canso de ella, que qué guay que sea nuestra. En la emisora de música independiente más escuchada de México acabó en la lista de las mejores canciones del año internacionales al lado de otras muchas buenísimas. Esa anécdota fue bonita, la verdad. Muy guay que la valoraran de esa manera.

¿Cómo fue la sesión de grabación?
Fue una sesión rápida y al mismo tiempo extraña porque entre la pandemia, la distancia, porque no vivimos todos en la misma ciudad –ni siquiera yo vivo en el mismo país– y todo lo que estaba pasando por culpa del Covid, las cosas se hicieron como se podían hacer en ese momento en el que habían confinamientos perimetrales y restricciones para la movilidad y los viajes. Nos juntamos cuando pudimos, pero antes hicimos trabajo desde casa para luego juntar todas las ideas en la mezcla final.

¿Hubieron algunas otras opciones para el título? 
No, desde el primer momento pensé en llamarla 1986. Al principio del vídeo de la canción aparecen los nombres de un montón de discos que se publicaron ese mismo año. Fue el año en que acabé la EGB y el primer verano que empecé a ir a la discoteca Espiral. Un verano que me marcó mucho.

¿Cuál es la historia detrás de la letra?
Verano de 1986. Tengo la edad que tiene mi hija mayor ahora mismo y un amigo nos propone ir a la discoteca Espiral de L’Eliana. Cuatro adolescentes, todavía imberbes, atravesamos el umbral de la discoteca con los nervios a flor de piel y muriéndonos de la emoción. Tengo la sensación de que esta experiencia nos va a marcar. Suena And She Was de los Talking Heads. A continuación la nueva mezcla en su versión maxi single de 12” que acaban editar The Cure de Boys Don’t Cry. Estamos a un lado de la pista, cohibidos y al mismo tiempo excitados. Nuestros pies llevan el ritmo, movemos las cabezas al son de la música que con fuerza escupen los potentes altavoces de la sala, pero el miedo nos atenaza y no nos atrevemos a dejarnos llevar por nuestro instinto hasta que al final de la sesión suena Theres’s a light that never goes out de The Smiths. Es en ese momento cuando asaltamos la pista y abandonamos nuestros enclenques cuerpos adolescentes a la melancolía y a las inmaculadas melodías que irradia la canción. Ese preciso instante me hace ser consciente de que ya no hay vuelta atrás y que la luz de la música que nos guía y que ahora brilla imponente, ya nunca se apagará.

Se acerca el verano de 2020. Mi hija mayor lleva tres meses sin ir a clase, sin ir a sus actividades extra-escolares y sin ver a sus amigas. Parece triste y deprimida. Su mirada destila inseguridad y su actitud, angustia adolescente. Encerrada en su cuarto, se aferra a la música y, por momentos, sale de su aletargamiento y la escucho cantar y bailar a través de la puerta. Siente el peso de su aislamiento y de su inseguridad cada vez que sale de su habitación. No se atreve a mostrarse como es en público, a tomar la iniciativa, a ser ella misma, pero a través de las rendijas de su timidez, se adivina una luz que brilla en su interior y lucha por abrirse camino al exterior. Atesora el talento, la pasión, la juventud y la ilusión para tomar su propia iniciativa, pero tengo la impresión de que necesita de alguien que le diga que puede y debe hacerlo.

1986, como una especie de Father and Son de Cat Stevens, es mi manera de decirle a mi hija: Gracias a la ilusión de gente como tú, el mundo sigue girando, guiado por la luz de las canciones que te hacen cantar, bailar y sentirte viva.

Sal a la pista de la vida, déjate llevar por su música y vive como sientes. Que no te importe que te puedan juzgar e infravalorar. Sé tú misma y deja que esa luz que posees te guíe y se manifieste en todo su esplendor.

“Encontrarás tu voz, la que te guiará
Una fuerza interior que no podrás obviar,
Que todo cambiará…

Bailemos con pasión al son de mi canción
La que decía que siempre habrá una luz
Que no se apagará

¡Porque te llevo en mí,
Porque te tengo aquí,
Porque te quiero así!”

¿Hubieron influencias o referencias musicales?
Pensé en las canciones de los grupos que escuché la primera vez que fui a la mítica discoteca Espiral de L’Eliana, el pueblo donde crecí, en la letra hay una referencia explícita a una de mis favoritas de todos los tiempos: There’s a light that never goes out de The Smiths.

¿Cuál fue el mayor obstáculo durante la escritura y grabación de esta canción? ¿Cómo se superó este obstáculo?
El mayor obstáculo fue la pandemia. No podíamos juntarnos ni ensayarla juntos. La primera vez que la tocamos fue para poder tocarla en un concierto tras haberla grabado. Cada uno planificó sus partes desde casa y muchas de las mismas están grabadas por cada uno de los componentes del grupo desde sus casas. Luego ya, cuando se relajaron las medidas pudimos juntarlas en el estudio de nuestro técnico de sonido, Little Canyon. Ahí grabamos la batería, algunas de las guitarras y las voces, pero el peso del proceso de la composición se llevó desde el domicilio de cada uno y compartiendo los avances que íbamos haciendo online.

¿Cuál fue el mayor aprendizaje durante el proceso?
Que las mejores canciones son las que más rápido fluyen y cristalizan. Desde el principio vimos que era una canción especial que sería importante en la discografía del grupo.

Si hubieran podido invitar a cualquier otra persona a colaborar en esta canción en alguna parte del proceso, ¿quién hubiera sido y por qué?
Pues viniendo de donde veníamos lo que yo quería era grabar una canción con mis compañeros de grupo de toda la vida. Quería poder juntarme con ellos de nuevo en el estudio y dar forma a la canción. No me la imaginaba con otros músicos que no fueran los de LHR.

¿Cuál es el mayor reto para presentar esta canción en vivo y cómo se ha resuelto?
Disparamos algunas secuencias de sintetizadores en los estribillos y en la parte final de la canción para liberar en estas partes a Endika, nuestro teclista, y que de esta manera pueda tocar las guitarras que yo hice en los estribillos y así yo centrarme solo en cantar. Me era imposible cantar y hacer el riff de guitarra que hacía al mismo tiempo en el estribillo.

En una playlist, ¿qué canción de otra banda pondrías después de ésta?
Pues alguna de The Cure, de The Smiths, de REM, de los primeros discos de La Dama Se Esconde supongo, que son los grupos que tenía en mente cuando la compuse. Bueno, son algunos de mis grupos de cabecera de siempre.