Tengo de los pies colgados dos hilitos delgaditos, muy finitos, tanto que ni si quiera yo los puedo ver, aún así los siento, y atraviesan la ciudad, recorren banquetas y llegan hasta donde me está prohibido volver a entrar. La puerta está cerrada, y sale vapor, debajo de ella sale mucho vapor. El segundero que me cuelga de la muñeca chilla, muy agudo, pero se adhirió a mi piel y me es imposible deshacerme de él.
Mi segundero me comienza a delatar, no quiero que él que ató los hilos a mis tobillos sepa que lo espero debajo de su puerta, con la cabeza en la madera y el cuerpo frío por el mármol. Pero aquí estoy.
Con una oreja en el suelo puedo escuchar lo que sucede del otro lado de la habitación, donde los movimientos rápidos y bruscos dejan a un lado su lado humano.Sus articulaciones crujen como cilindros metálicos y su voz comienza a tener un tono sintetizado. Si mi reloj sigue murmurando tendré que huir.
Las ganas de romper la puerta para evitar la transformación son atadas por el amor que invade mi pecho, mi cuerpo, el amor definitivamente es suficiente para impedirme pasar.
La esperanza en que su voz interna me llame y así volver a ver a través del vapor me de detendrá un ratito, e intentaré comunicarme con su alma como lo hice en otras vidas; Como él lo hizo en otros tiempos. Sé que aún es pronto para que quizá lo haga, y tal vez después sea demasiado tarde para intentarlo. Mi confusión es tan grande que descontrola los ejes de la Tierra, los días pasan mas lento, 80 años en 2 días. Pero sé que puede leer y con tinta azul entrego una cartulina bajo la puerta.
“I wanna get in
And make it work
I want you to get out
And make it work
I’ll be ok.”
No hay vuelta atrás para mi hombre de hojalata. Pues él debe lograrlo. Su objetivo está programado. Yo aquí bailo intentándolo . No lo pensaría dos veces, ni aunque la marea me este llevando, porque puedo sostenerme del mármol con las uñas un muy buen rato, el amor seguirá aplastándome contra el suelo. No me iré tan rápido. Las ecuaciones para salir del agujero de gusano están escritas en una libreta, él ya no las recuerda pues olvidó que me las había entregado.
Así entendí que los hilitos transparentes no son ataduras. Son lazos que te acompañan en el camino. Las agujetas se desamarran lentamente y por si solas. Usted se asustó al ver un nudo en sus zapatos.
Fotografía por Alison Scarpulla
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Dualidad
Me esztrello contra el teclado de vez en cuando.
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