I
En este páramo de azul inexistente
Al flote de caóticas creaturas impermanentes
En sus despeinadas formas de espuma
Si pudieran echar raíces para añejar y crecer al antojo
Absorbiendo minerales interdimensionales, más que lluvia
De estas celestiales piñas, ahora agaves, ahora matorrales, ahora…
¿Qué destilados emanarán y cómo emborracharán?
¿Qué estirpe mágica cosechará el primer provecho al Estado/Corporación?
¿Es Mayahuel hermana de Tláloc o pariente de Chalchiuhtlicue?
O Mexitli que brincaba entre surcos, ¿regresó a los sueños de cirrocúmulos?
¿Quién o quiénes sembraron la semilla en la nada para que
embriagados del néctar se sigan alucinando otras realidades?
II
Del ojo amarillo una de sus pestañas doradas descubre,
ante la curiosidad de ventanilla, las letras (un paracaídas)
Poderoso y suave planeo de aeronave (mi carne en el cielo)
Sobre pixeles esta idea en mis manos
Cénit a lo que necesita mi inspiración
Resplandece el muerto en el eBook:
mis yemas acarician su visión;
volteo mi palma al fulgor original (y mis nudillos ahora rosan la idea)
Te digo que al sol se revelan todos los poemas
Hasta que las nubes bajo sus enaguas nos enseñan su oscuridad
No hay nada más que impregnación en esta profundidad
Y yo, aun con luz postiza, palpo la palabra
Una humedad de lengua, de paladar, de garganta, de vientre…
La emoción de que ante el error humano (aquí
divino) pueda convertirme en Altazor
O abajo estampe mi sonrisa en la piedra (De cualquier forma)
Habré probado el elixir de la vida.