Pijama Lila

Ya nadie interrumpe el silencio, ni te araña la espalda.
Le recitas a la vieja grabadora mientras escuchas algún rock que pasó de moda antes de tu pubertad, pero, después de todo ¿A quién le importa?
Afuera de la ventana el país se cae a pedazos pero estás demasiado sumida en tu propio derrumbe como para mirar un rato. Se te ha quebrado una uña, y un poco el corazón ¿No es así?
Cantas a las paredes, y el eco te cala los huesos cómo si de una nevada se tratara.
Siempre me gustó verte caminar descalza, imagino que lo haces mientras comes con ese horrible hábito tuyo de hacer ruidos al masticar. Quizá llevas ropa interior negra antes de masturbarte a la media noche para luego llorar un poco -o mucho- o quizá llevas esa ridícula pijama lila, que en el fondo, sabemos cuanto disfrutas usar.
Sé que debes disfrutar el olor a cenizas combinado con lluvia, y extrañas el sabor del vino en tu lengua. Ellos marcan otro código postal en sus correos, extrañas sus abrazos.
Puedo imaginar cuántas veces repites que te amas a ti misma y luego corres al teléfono, esperando que alguien te lo diga.
¿Aún escribes cartas de suicidio cada Domingo, y luego decides que suenan más a poesía barata de un bar de mala muerte? He escuchado que ya no compras cigarrillos, ni vas a fiestas los fines de semana.

¿Aún escribes en tercera persona cuando se inundan las calles y olvidas cómo escapar?

Fotografía: ManboKey