Es 100 veces más valiosa la pena de una vela al tener fuego que su privilegio de
dejar de derretirse, porque si bien no se encuentra su cuerpo consumiéndose,
tampoco se encuentra cumpliendo su propósito, no ilumina a nadie, no perfuma
nada, ni destruye su propio cuerpo para volverlo a construir de una forma distinta,
es así mejor gastarse con un propósito que permanecer inerte por el miedo al
desgaste, a no perfumar a nadie aunque sea con un mal olor, a no cambiar de forma,
a no iluminar.
Fotografía: Alexis Vasilikos