Noches caducadas

Es curioso cómo en un parpadeo se le agota la esencia a las noches entre sábanas ajenas. Cómo aquel deseo es capaz de expirar en menos de lo que dura un suspiro. Uno pensaría que la libido sería una musa lo suficientemente apasionada para mantenernos enredados entre esas piernas por noches eternas. Pero resulta ser una diosa traicionera la que te conduce hoy a sus labios y mañana a su olvido. Nadie dijo que lo simple era menos dañino. Olvidamos leer las letras pequeñas, esas que dicen que aquella cama carece de exclusividad, pero no de fecha de caducidad.