Caminando en el infierno

Estaba  condenada a caminar  por el infierno. Ese  fue  el castigo  otorgado al morir  bajo sus condiciones.  A pesar del  miedo  angustiante;  tenía  fuertes razones  para entrar a  ese lugar. Después de largo rato y con los pies ya ensangrentados de caminar descalza  por el terreno de piedras  afiladas, espinas  y sal; se desplomó  por primera  vez. Se sintió tan miserable y  triste  que comenzó a llorar amargamente. Las lágrimas se evaporaban  de sus mejillas mezclándose con  el  asfixiante  aire sulfuroso. Tanta  era  la pena de la chica, y  tanta  la nobleza del motivo  para  soportar  el  castigo, que el demonio  que la custodiaba en esa travesía sintió  lástima por ella.  Le  habló de  una forma  de  comunicarse con sus seres  queridos.  “fractura tu alma niña, parte   tu  corazón,  es posible  mandar ese  mensaje al otro lado” dijo. Ella  metió su  mano al pecho y sacó de ahí dos pequeños gorriones, que revolotearon un rato a su  alrededor. Uno se quedó  como  su  guía  para  el  camino,  y  al otro, le  susurró el nombre de su asesino, en un parpadeo el ave estaba escapando a toda velocidad…

Fotografía por Martin Canova