Estaba condenada a caminar por el infierno. Ese fue el castigo otorgado al morir bajo sus condiciones. A pesar del miedo angustiante; tenía fuertes razones para entrar a ese lugar. Después de largo rato y con los pies ya ensangrentados de caminar descalza por el terreno de piedras afiladas, espinas y sal; se desplomó por primera vez. Se sintió tan miserable y triste que comenzó a llorar amargamente. Las lágrimas se evaporaban de sus mejillas mezclándose con el asfixiante aire sulfuroso. Tanta era la pena de la chica, y tanta la nobleza del motivo para soportar el castigo, que el demonio que la custodiaba en esa travesía sintió lástima por ella. Le habló de una forma de comunicarse con sus seres queridos. “fractura tu alma niña, parte tu corazón, es posible mandar ese mensaje al otro lado” dijo. Ella metió su mano al pecho y sacó de ahí dos pequeños gorriones, que revolotearon un rato a su alrededor. Uno se quedó como su guía para el camino, y al otro, le susurró el nombre de su asesino, en un parpadeo el ave estaba escapando a toda velocidad…
Fotografía por Martin Canova
Melancofílica, obsesiva, distraída por naturaleza , alcohólica de closet. Nació el 22 de octubre de 1989 en Escuinapa Sinaloa, México. Colaboró en la antología poética Sístole/diástole de ediciones Cantarsis en Tijuana, Baja California y como colaboradora invitada en la revista “coma suspensivos”, miembro activo de PlumaJoven A.C