• El Monstruo

    Tengo la enfermedad de las lagrimas, desde muy pequeña. He indundado miles de habitaciones con tanta agua, tanto que mi cuarto ya tiene un colchon inflable, por eso de las mareas y llevo mis lagrimas de accesorio complementando mi maquillaje, la gente está tan acostumbrada a verlas escurrir que ya no les inmuta incluso no…

  • Miro de nuevo y otra vez todo apesta. Como hago entonces para despotrarme de aquí. Hay algo dentro de mi, que esta llevando un juego sucio y maniaco. Sabe lo feliz que me hace cocinar y comer, y hoy estan por dar las tres y no me ha permitido probar bocado. Claro que me siento…

  • Acre

    Mi boca olía a mierda. No podía describirlo, pero lo sentía. Ese nefasto olor, que me recordaba en mi cabeza cosas que había olvidado. Olí mis manos y mis axilas, todo olía a mierda. El asqueroso hedor me inundaba. Pronto noté, que ese olor estaba en todo mi cuerpo, no solo mi boca, también mi…

  • El Callejón del Gusano. Cap. XXX: Dios y sus misteriosas formas

    El Callejón del Gusano. Cap. XXX: Dios y sus misteriosas formas

    Hace cuantos años que desconozco quien eres. Incluso he olvidado tu voz. Para ser honestos, hasta ahora no habías sido más que un personaje secundario en esta vida. ¿Quién mierdas eres? Me pregunto mientras deslizo mi dedo entre tus post repentinos que aparecen en mi feed. A veces me siento como una marioneta, respondiendo a…

  • El Callejón del Gusano. Cap. XXVIII: La inexistente Martha

    El Callejón del Gusano. Cap. XXVIII: La inexistente Martha

    La cosa es que quizá no podrías llevarme por un helado. Lo pensé después de tanto tiempo. Somos de esos in.deseosos nocturnos, no solíamos serlo, pero ahora si, y hay que acoplarse. Quisiera que me vieras fresca, recién salida de la ducha, pero duermes, Ben, a esa hora duermes. Me acostumbré tanto a verte cuando la…

  • El Callejón del Gusano. Cap. XX: Limpiarse el culo

    El Callejón del Gusano. Cap. XX: Limpiarse el culo

    ¿Cómo es posible? Debo admitir que mi vida tiene unos tintes más emocionantes que la de los demás. Y creo que si he de compararme con la mísera vida de otros, tengo razón. Veo las cosas de manera amable, hasta con ciertos tintes románticos. La podredumbre me incita a querer narrar mi vida como un…

  • Osadía

    Osadía

    ¿Cuántas sopas instantáneas habría desayunado durante el recreo del sexto año en 2009? La culpa le carcomía cada vez que intentaba hacer la cuenta. Una diaria, posiblemente, de lunes a viernes sin falta, más un refresco en bolsa de a cinco. Si bien no se habían convertido en ligas de plástico dentro de sus tripas…

  • JAIME

    JAIME

    Jaime tenía el alma pendida de un hilo. Aferrada, agarrándose de lo último, quien sabe porque y quien sabe cómo. Noventa y tres años de vida, y aun así seguía inhalando y exhalando, ya más por inercia que por algún deseo de vivir. Nació condenado a un cuerpo fuerte, correoso, decía su mamá. Atado a…

  • Mediocre

    Tenía veintidós años,  la mejor manera de pasar sus noches era comiendo hot-cakes bañados en miel de maple, mientras veía caricaturas en la cuenta de Netflix, que había robado al novio de su hermana. Esa noche, como todas las anteriores y probablemente las futuras, se sentó en el sillón maloliente, manchado de la miel que…

  • Los despreciadores del cuerpo

    Escuché el televisor a lo lejos, el cuerpo fundido al otro. Uno sobre el otro, uno de acuerdo, no tanto el otro. Vaya historia, tan lejos de mí como el televisor. Atravesé las calles a zancadas, trazando un camino de migas y de filtros. Ojalá en el  otro mundo a donde vaya pueda tener un…

  • La desaparición del Helado

    ¿Habías probado alguna vez helado más perfecto? Karina lo había hecho, el mejor helado de yogurt de la ciudad. ¿Ciudad? ¡Nah!, del estado, del país, del mundo. Podías ponerle cuantos aditivos quisieras y la combinación favorita de aquella pequeña fémina era; kiwi al fondo, cereza en medio y galleta de chocolate hecha polvo como cobertura.…

  • Cámara, Gato Blanco

    Le llevábamos envuelto en abrigos, metido en una bolsita de plástico. Nadie notaba que llevábamos ingratos los ojos y no marihuanos. El inmenso achicopale era des-proporcional a tu pequeño ser. Nos quedaban solamente bromas pesadas, negras, espesas, como hueso de pollo atorado en la garganta. Vaya esquizofrenia que nos acompañó en el camino; llorando por…